Esa mañana, después de haber acuñado definitivamente y haciendo honor a la noche anterior el apelativo común de “borrachos de Corcubión” y habiendo recargado las pilas con un más que completo desayuno, nos despedimos, no sin sentir pena por ello, de Paco, Pachi para los amigos.
Esa mañana a diferencia de otros días, salimos todos juntos, había sido tan agradable la sensación de la noche anterior que nos resistíamos a romperla ahora simplemente por llegar antes o después.
Paramos en la primera de las playas que por fin divisábamos para dejar constancia de que por allí pasamos todos.
Seguimos caminando y el paisaje seguía regalando vistas agradables y reconfortantes.
Después de un rato, llegó el segundo momento más emocionante del viaje en cuanto a sensación de peregrinaje…Llegamos a una playa enorme, blanca y con un cielo que auguraba un momento fantástico.
La playa de Llagostera.
Recogimos la concha de rigor como es tradición y seguimos con la sonrisa puesta durante todo el camino por la playa.
Después a Sonia se le ocurrió que podíamos todos compartir algo común y compramos una cuerda larga a base de plantas de río y con ella hicimos un pulsera para cada uno.
Esa tarde después de juguetear con un delfín en la costa y dejar todo en el albergue nos dirigimos hacia el ansiado faro de Finisterre donde disfrutamos de un tímido y nublado atardecer justo antes de quemar todos y cada uno de nosotros algo que nos acompañó en el camino pero cuya vida había acabado con él y después de venerar al famosos y deseado poste del Km 0.
2 visiones diferentes:
• La Playa e Langosteira, en la etapa final del Camino de Santiago-Fisterra.
Permíteme un enlace, que lleva dos enlaces rojos:
• http://cristalrasgado.blogspot.com/2010/05/373-finisterre.html
• Saludos, caminante
CristalRasgado & LaMiradaAusente
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Dejo constancia de mi sana envidia al ver estas imágenes ;-)
Un abrazo.
Antón
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